viernes, 27 de septiembre de 2013

LOS DIEZ ERRORES QUE COMETEN LOS PADRES AL HACER LOS DEBERES CON SUS HIJOS Y LAS CLAVES PARA SOLVENTARLOS

En un artículo de ABC, Carmen Guaita, profesora y vicepresidenta del sindicato de profesores ANPE, explica los fallos más habituales a la hora de ayudar a los hijos con las tareas escolares y ofrece las claves para realizarlas con éxito:

1. Hacer los deberes en cualquier sitio, en la cocina mientras se prepara la cena; en el cuarto de estar mientras otros ven la tele…
En su lugar: Procurar que el «momento deberes» sea importante para la familia: en un lugar fijo, es mejor si es su propio rincón de estudio. Si no se dispone de él, en un ambiente de silencio y trabajo general en la casa, sin distracciones, sin tele…

2. Protestar como adultos sobre la cantidad o calidad de los deberes.
En su lugar: Aceptarla realidad. «Los deberes son los que son y los que tocan. Si vemos que sobrepasan a nuestro hijo, debemos acudir al centro educativo para notificarlo, pero en casa se debe respetar todo lo posible la decisión del profesor. Estamos preparándoles para la vida, y en la vida habrá mucho trabajo y esfuerzo», afirma la profesora.

3. Hacerlos nosotros.
En su lugar: Realizar las tareas escolares de los hijos ni aumenta su capacidad de trabajo ni su disciplina, ni les hace aprender nada nuevo. «El sentido común, la gran herramienta que todos los padres tenemos aunque a veces no le hagamos caso, ya nos lo está diciendo». No hay que corregir los ejercicios en casa. El objetivo no es llevarlos perfectos, sino probar a hacerlos para ser conscientes de la dificultad. El profesor corrige mejor; hay que oírle. Aunque si es papel del padre comprobar que el alumno ha corregido los deberes en clase y se ha dado cuenta de en qué ha fallado.

4. Entender los deberes solo como nuevos aprendizajes de conocimientos.
En su lugar: Los deberes escolares son refuerzos para el aprendizaje y, sobre todo, una ocasión para aprender a trabajar de manera autónoma. Los padres pueden explicarles las dudas, pero mucho más razonable es ayudarles a encontrar la respuesta que buscan: en sus propios libros de texto, en internet…

5. Convertir los deberes en el «momento regañina» de cada día.
En su lugar: Convertir el tiempo de hacer deberes en un tiempo de paz y tranquilidad. Si el alumno tiene dificultades, puede y debe consultarlas con sus profesores al día siguiente. Es muy perjudicial crear en casa ansiedad ante lo relacionado con la escuela.

6. No tomar en serio su necesidad de presencia y apoyo.
En su lugar: Soltar el smartphone y estar disponibles para ellos, mirándoles y escuchándoles cuando así lo requieran.

7. Imponer un control absoluto.
En su lugar: «Si quieren que les tomemos la lección, debemos hacerlo. Si les ponemos nerviosos o ellos nos ponen a nosotros, es mejor confiar en su responsabilidad. Y decirles en voz alta que confiamos en ella», dice Guaita.

8. Evitar el diálogo con los profesores.
En su lugar: Potenciar el diálogo y la colaboración con los profesores y consultarles si hace falta alguna ayuda suplementaria.

9. Permitir que afronten las tareas escolares agotados ya de tareas extraescolares.
En su lugar: Las actividades extraescolares son necesarias pero no pueden ser obsesivas. Los alumnos pueden tener demasiadas modalidades: deporte, idiomas, música, ajedrez… todo a la vez. Es mejor adecuarlas a la personalidad e intereses del hijo y permitir tardes en las que solo haya que jugar en casa y estudiar.

10. Ser anárquicos.
En su lugar: Los deberes son, sobre todo, un aprendizaje del trabajo autónomo y la autodisciplina. Para Guaita, «les ayudamos si les animamos a establecer un tiempo mínimo y máximo, siempre a la misma hora, en el mismo sitio, siempre con el móvil apagado. Todo tiene su momento es un gran aprendizaje para un niño pero son sus padres quienes deben mostrárselo. También con el ejemplo».

COMO ORGANIZAR EL TIEMPO DE LOS DEBERES
Hay que intentar fijar una hora de comienzo y otra de finalización de las tareas. Ponerle un reloj en la mesa le ayudará a controlar el tiempo.

Debemos recordar que nos es posible mantener la atención ininterrumpidamente más de 40 minutos (dependiendo de la edad los tiempos son aún más cortos). Es necesario hacer pequeños descansos de 10 -15 minutos entre diferentes actividades.

Para facilitarles las tareas y que no caigan en el desánimo, es recomendable comenzar por algo breve y sencillo y luego hacer lo menos agradable, dejando para el final lo más fácil o lo que más le guste al niño. Pasados 30 minutos es cuando los niños alcanzan su máximo rendimiento. A la hora y media, el rendimiento disminuye, y por eso ahí deberán afrontar las asignaturas más fáciles.

Hay que adaptar los tiempos de tareas a la edad del niño. Con 15 minutos es suficiente para que los más pequeños lean o ejerciten cálculos matemáticos. De 6 a 8 años: entre 30 y 40 minutos. De 8 a 10 años: una hora. A partir de esa edad: entre 60 y 90 minutos. En Bachillerato: entre dos y tres horas.

 

lunes, 23 de septiembre de 2013

ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES LAS JUSTAS

El exceso de actividades extraescolares, un alto nivel de exigencia, o no dejar espacio suficiente para el juego son causas que pueden provocar estrés en nuestros hijos. Es responsabilidad de los padres planificar sus actividades de forma adecuada para que crezcan felices.

El exceso de trabajo, los retos difíciles de alcanzar o el no responder de forma efectiva a las expectativas de los demás son algunas de las circunstancias susceptibles de provocar estrés. En el entorno familiar, las situaciones más comunes son:

  • La sobreestimulación. Sobrecargar al niño con ejercicios y actividades para ampliar los contenidos escolares.
  • El exceso de actividades extraescolares.
  • El alto nivel de exigencia en el rendimiento académico.
  • No dejar espacios para el juego, sin considerar que el juego es tan necesario para el niño como el trabajo para el adulto.
  • Cambios en la estructura familiar, como el nacimiento de un hermano, la separación de los padres o la pérdida de algún ser querido.
 En el caso  de los niños, las manifestaciones más comunes son:

  • Inhibición y retraimiento: se encierran en sí mismos y no se relacionan con los demás.
  • Bajo rendimiento en la escuela y malas notas.
  • Pérdida del interés por las actividades.
  • Conductas infantiles como chuparse el dedo o morderse las uñas.
  • Rabietas y enfados.
  • Pérdida o aumento del apetito o sueño.
  • Síntomas de ansiedad, como dolores de cabeza, dolores de estómago, vómitos o mareos.
Han sido muchas las voces que han alertado de la posible relación de las actividades extraescolares con el estrés infantil, cada vez más extendido. En Estados Unidos, hace un tiempo, se acuñó el término "hurried children" -niños apresurados-, niños que no escuchan, no siguen una conversación, se aburren cuando no están en ese estado de aceleración permanente, cambian de una actividad a otra etc.  

Es importante que el niño tenga ratos para entretenerse él solo, "en casa y con sus cosas". La infancia no puede estar llena de contenidos de trabajo, la niñez es mucho más que una época de preparación para el futuro.

* Recomendamos: 
Estrés en la infancia. Mª Victoria Trianes (Nancea ediciones).