En un artículo de ABC, Carmen Guaita, profesora y
vicepresidenta del sindicato de profesores ANPE, explica los fallos más habituales a la hora de
ayudar a los hijos con las tareas escolares y ofrece las claves para realizarlas
con éxito:
1. Hacer
los deberes en cualquier sitio, en la cocina mientras se
prepara la cena; en el cuarto de estar mientras otros ven la tele…
En su
lugar: Procurar que el «momento deberes» sea importante
para la familia: en un lugar fijo, es mejor si es su propio rincón de
estudio. Si no se dispone de él, en un ambiente de silencio y trabajo
general en la casa, sin distracciones, sin tele…
2.
Protestar como adultos sobre la cantidad o calidad de los deberes.
En su
lugar: Aceptarla realidad. «Los deberes son los
que son y los que tocan. Si vemos que sobrepasan a nuestro hijo, debemos acudir
al centro educativo para notificarlo, pero en casa se debe respetar todo lo
posible la decisión del profesor. Estamos preparándoles para la vida, y en la
vida habrá mucho trabajo y esfuerzo», afirma la profesora.
3.
Hacerlos nosotros.
En su
lugar: Realizar las tareas escolares de los hijos ni
aumenta su capacidad de trabajo ni su disciplina, ni les hace aprender nada
nuevo. «El sentido común, la gran herramienta que todos los padres tenemos
aunque a veces no le hagamos caso, ya nos lo está diciendo». No hay que
corregir los ejercicios en casa. El objetivo no es llevarlos perfectos, sino
probar a hacerlos para ser conscientes de la dificultad. El profesor corrige
mejor; hay que oírle. Aunque si es papel del padre comprobar que el alumno ha
corregido los deberes en clase y se ha dado cuenta de en qué ha fallado.
4.
Entender los deberes solo como nuevos aprendizajes de conocimientos.
En su
lugar: Los deberes escolares son refuerzos para el
aprendizaje y, sobre todo, una ocasión para aprender a trabajar de manera
autónoma. Los padres pueden explicarles las dudas, pero mucho más razonable es
ayudarles a encontrar la respuesta que buscan: en sus propios libros de texto,
en internet…
5.
Convertir los deberes en el «momento regañina» de cada día.
En su
lugar: Convertir el tiempo de hacer deberes en un tiempo
de paz y tranquilidad. Si el alumno tiene dificultades, puede y debe
consultarlas con sus profesores al día siguiente. Es muy perjudicial crear en
casa ansiedad ante lo relacionado con la escuela.
6. No
tomar en serio su necesidad de presencia y apoyo.
En su
lugar: Soltar el smartphone y estar disponibles para
ellos, mirándoles y escuchándoles cuando así lo requieran.
7.
Imponer un control absoluto.
En su
lugar: «Si quieren que les tomemos la lección, debemos
hacerlo. Si les ponemos nerviosos o ellos nos ponen a nosotros, es mejor
confiar en su responsabilidad. Y decirles en voz alta que confiamos en ella»,
dice Guaita.
8. Evitar
el diálogo con los profesores.
En su
lugar: Potenciar el diálogo y la colaboración con los
profesores y consultarles si hace falta alguna ayuda suplementaria.
9.
Permitir que afronten las tareas escolares agotados ya de tareas extraescolares.
En su
lugar: Las actividades extraescolares son necesarias
pero no pueden ser obsesivas. Los alumnos pueden tener demasiadas modalidades:
deporte, idiomas, música, ajedrez… todo a la vez. Es mejor adecuarlas a la
personalidad e intereses del hijo y permitir tardes en las que solo haya que
jugar en casa y estudiar.
10. Ser
anárquicos.
En su
lugar: Los deberes son, sobre todo, un aprendizaje del
trabajo autónomo y la autodisciplina. Para Guaita, «les ayudamos si les
animamos a establecer un tiempo mínimo y máximo, siempre a la misma hora, en el
mismo sitio, siempre con el móvil apagado. Todo tiene su momento es un gran
aprendizaje para un niño pero son sus padres quienes deben mostrárselo. También
con el ejemplo».
COMO
ORGANIZAR EL TIEMPO DE LOS DEBERES
Hay que
intentar fijar una hora de comienzo y otra de finalización de las tareas.
Ponerle un reloj en la mesa le ayudará a controlar el tiempo.
Debemos
recordar que nos es posible mantener la atención ininterrumpidamente más de 40
minutos (dependiendo de la edad los tiempos son aún más cortos). Es necesario
hacer pequeños descansos de 10 -15 minutos entre diferentes actividades.
Para
facilitarles las tareas y que no caigan en el desánimo, es recomendable
comenzar por algo breve y sencillo y luego hacer lo menos agradable, dejando
para el final lo más fácil o lo que más le guste al niño. Pasados 30 minutos es
cuando los niños alcanzan su máximo rendimiento. A la hora y media, el
rendimiento disminuye, y por eso ahí deberán afrontar las asignaturas más
fáciles.
Hay que
adaptar los tiempos de tareas a la edad del niño. Con 15 minutos es suficiente
para que los más pequeños lean o ejerciten cálculos matemáticos. De 6 a 8 años: entre 30 y 40
minutos. De 8 a
10 años: una hora. A partir de esa edad: entre 60 y 90 minutos. En
Bachillerato: entre dos y tres horas.